miércoles, 25 de febrero de 2015

La elasticidad de las apreciaciones

Hace algunos días un amigo de Bolivia, amablemente, casi que caritativamente, me sentencia que si en Bolivia pasara lo mismo que en Venezuela, las colas y la falta de comida, ya los indios habrían tumbado a Evo.
Lo que en un momento me pareció un acto amable, incierto y tendencioso, pero amable al fin, se fue desdibujando en la medida en que lo fui digiriendo. ¿Cómo nos ven en el extranjero? ¿Cuál es la verdad y la realidad? No me quedó sino responder que la realidad no es tan gris, que tenemos problemas importantes, pero que al fin y al cabo podemos comer.
Lo que mas me sorprendió es que el comentario venía de un ciudadano de un país que no hace mucho era el segundo país más pobre de América, solo superado por Haití. Me provocó responder con argumentos válidos como que Venezuela tiene las reservas de petróleo mas importantes de mundo, que tiene gas, oro, tierra fértiles, etc.,etc. y que le entran en divisas por lo menos 50 veces más dinero que Bolivia, que tenemos una rede de carreteras, represas, tendido eléctrico, autopistas que conectan al país completo, lo cual ni siquiera lo puede presentar un monstruo como Brasil, que hoy por hoy tiene zonas del norte de su inmenso territorio sin tendido eléctrico; sin embargo, me embargo una profunda tristeza ya que teniendo todo esto, y lo más importante, gente preparada, joven, emprendedora, estamos haciendo cola para comprar comida y un ciudadano boliviano puede señalarme en mi cara el fracaso de nuestro pueblo.
Así y siguiendo con el sentido de este blog que trata de los quinientos años de Cumaná no pusimos a ver qué hemos hecho y cómo vamos en la celebración de nuestras cinco centurias. Nada mas parecido al comentario del Boliviano. Es un fracaso, aunque seamos un país petrolero, rico, puesto que los ciudadanos no contamos, no importamos, no hacemos bulto, como pueblo simplemente somos espectadores de unos arrebatos del poder sin sentido y mucho desperdicio. Hacemos colas porque permitimos que decidan por nosotros, no tenemos comida porque permitimos que decidan por nosotros, así como están decidiendo qué hacer, cómo hacer y cuándo hacer para festejar los quinientos años de Cumaná.
Hemos, otra vez, fracasado como pueblo,

martes, 17 de febrero de 2015

Faltan cinco pa'las doce...

Faltan cinco pa las doce, el año va a terminar me voy corriendo a mi casa a saludar a mi mamá...reza la canción, un clásico de las gaitas. De manera jocosa nos describe en nuestra forma cotidiana de ser, todo para el final, todo sin planificar. No nos damos por enterados que es fundamental estar con nuestra familia, con mamá, al momento de pasar al nuevo año y es en esa circunstancia que nos preguntamos "viejo año que te pasa"
De igual manera los quinientos años de Cumaná se están convirtiendo en la gaita de improvisación en donde los gobernantes, apurados, concentrados en sus bebidas con los amigos, en el derrape, se acuerdan que tienen una ciudad en el oriente del país que cumple no sólo sus primeros quinientos años sino las primeras 5 centurias de la primogénita del continente americano. No es poca cosa diría yo; pero parece que para algunos es algo deleznable, una fiesta aburrida, la celebración del amigo bobo, del nerd de la escuela, al que todos eluden, donde no hay carajitas, ni whisky del bueno, ni siquiera música de mi agrado, es una fiesta, que como un pésame, se ven obligados a ir.
Cada día falta menos para la fecha y no hay mucho que mostrar.

miércoles, 4 de febrero de 2015

El 3 y el 4 de febrero

Pasando- de casualidad- por el parque Ayacucho la noche del 3 de febrero, me sorprendió que en la estatua ecuestre de nuestro más insigne ciudadano, autor de grandes hazañas y del nombre del terreno que lleva por nombre nuestro Estado había una ofrenda floral, repito una, una sola ofrenda floral. No sé si en el transcurso del día hubo mas ofrendas y la sensación de inseguridad ocasionó que desaparecieran al anochecer; sin embargo, la sensación de abandono, oscuridad, tristeza de la estatua era lapidaria: vivimos una tragedia pues todo está desecho y a la buena de Dios.
El 3 de febrero debería ser uno de los más importantes días del calendario de los sucrenses y no el 4 de febrero, día de la intentona golpista que comandó Hugo Chávez, Sin embargo insisten en presentarla como una fecha superior pues le han dado el calificativo de día de la dignidad y se esmeran en celebrarla...y, lo más triste, sucrenses se prestan para semejante despropósito.